Prohibido salir a la calle de Consuelo Triviño, una metáfora existencial
| Por Jorge Urrutia | Todo lector de Tolstoi sabe que, cuando Anna Karenina se suicida al echarse bajo las ruedas de un tren que llega a estación, falta aún una cincuentena de páginas para que la novela acabe. No es por lo tanto la peripecia personal y trágica del personaje lo que más preocupaba al autor, sino las circunstancias en las que se inserta y el valor simbólico que el adulterio adquiere. Precisamente, la fuerza de la literatura radica en su capacidad para resituar los hechos en el mundo y elevarlos del grado anecdótico al de categoría. Muchos se conforman, sin embargo, con la transparencia más inmediata del texto, y no buscan levantar ese mantel que permite descubrir la entraña de la significación literaria |Así, numerosos comentaristas han solido leer Prohibido salir a la calle, la primera novela de Consuelo Triviño Anzola, como una obra autobiográfica, una obra costumbrista sobre la Bogotá de los años sesenta del siglo XX o, incluso, como una manifestación de las constantes de la literatura feminista. También a la manera de una novela de infancia. Algunos, más perspicaces, la creen un “Bildungsroman”, una novela de aprendizaje. Claro que tendría que ser el aprendizaje sólo de la primera etapa de la vida, pues la peregrinación indispensable en dicho género, el “Wanderjahre”, tan sólo se anuncia simbólicamente en la frase final de este libro. [leer artículo completo en Pasavante] 3 enero 2016